Desde las culturas más remotas se admite la existencia de una Inteligencia Universal que implantó una Ley rígida e inapelable, que se cumple a rajatabla, pero no se le pide al humano que la haga cumplir.
Esa Inteligencia Universal no es Dios. El concepto de Dios (además, masculino) fue introducido por los hebreos.
La creencia musulmana amalgama a la Inteligencia Cósmica antigua con la nueva creencia humanizada de un Dios.
Así, Dios es Orden, y el que impone el Orden, entonces lo que
importa es la trascendencia de Dios, y por esa cualidad es denominado:
Poderoso, Inaccesible, Grande, Majestuoso, Imponente, Creador, Orgulloso,
Altísimo, Rey, Colérico, Vengador, Privador, Aniquilador y Perjudicador. La
tradición llama a estos los «Nombres de la Majestad» o los «Nombres de la
Severidad», los que hacen hincapié en la grandeza, poder, control y
masculinidad.
Cuando Dios es visto en términos de similitud e inmanencia,
es llamado con nombres como Hermoso, Cercano, Misericordioso, Compasivo,
Amante, Gentil, Indulgente, Perdonador, Dador de Vida, Enriquecedor y Dador. Estos son conocidos
como los «Nombres de la Belleza» o «Gentileza».
Como dice
Rumi, refiriéndose a las dos clases de Nombres por su Atributo dominante, «el Orden y el Caos se casaron y un mundo de Bien y de Mal nació de ambos»
(Rumi, 1925-40, II, 2680, citado por Chittick en 1983, p. 101).
El Qorán dice que solamente los seres humanos
entre todas las criaturas fueron creados con ambas manos de Dios (38:75). Esto
se lee como una alusión al hecho de que, como dijo el Profeta, el hombre fue
creado a imagen del propio Dios. De aquí que los seres humanos hayan de
manifestar todos los nombres de Dios, tanto los del Orden como los del Caos. Por el contrario, los ángeles de la misericordia fueron creados
solamente por la mano derecha de Dios, mientras que los demonios lo fueron
solamente con Su izquierda. Excepto los seres humanos, todo lo demás representa
una imagen imperfecta de la Realidad Divina, puesto que está dominado por una u
otra mano. Solamente los humanos fueron creados mediante un perfecto balance y
equilibrio de ambas clases de Atributos.
El Qorán afirma repetidamente que todas las cosas son
signos de Dios, lo que equivale a decir que todo da noticia de la naturaleza y
realidad de Dios. Como resultado, muchos pensadores musulmanes, los cosmólogos
en particular, ven todo en el universo como un reflejo de los nombres y
atributos divinos.
En un famoso dicho el Profeta explica por qué Dios creó el universo: «Dios dice: Yo era un tesoro oculto y
quise ser conocido. Así pues creé las criaturas para poder ser conocido». Así,
el universo es el medio por el que el Tesoro Oculto es conocido por las
criaturas. Dios viene a ser conocido a través del Universo, y puesto que no hay
en el universo sino cosas creadas, son las mismas cosas creadas las que dan
noticia del Tesoro Oculto. Los cosmólogos emplean el término zohur, o
«manifestación», y taŷalli, o «auto-revelación», para explicar la relación
entre el mundo y Dios. A través del cosmos, Dios se revela Él mismo a sus
criaturas. Las mismas criaturas son la auto-manifestación de Dios.
El hecho de que la Realidad de Dios que se revela a través del Cosmos
puede ser descrita por atributos opuestos y en conflicto se explica, desde el
punto de vista musulmán, porque el Cosmos mismo puede ser visto como una vasta
colección de opuestos. Las dos manos de Dios están ocupadas dando forma a todo
lo que existe. De ahí que misericordia y cólera, severidad y gentileza,
vivificación y mortificación, expansión y contracción, y todos los atributos
contradictorios de Dios sean desplegados en la existencia. Una de las formas
mediante la que percibimos esta constante interacción de los nombres es el
cambio (haraka) y la transmutación (estehāla). Aquí Chuang Tzu diría: «La
existencia de las cosas es como un caballo al galope. Con cada movimiento la
existencia cambia, a cada instante se transforma.» (Chuang Tzu, 17. 6). Por su
parte, los teólogos ash’aritas decían que nada permanece estable en la creación
y que ningún fenómeno se mantiene constante en su lugar durante dos momentos
sucesivos. Todas las cosas están en una constante necesidad de la repleción
(ser llenados por completo) divina, puesto que ninguna existe por sí misma. Las cosas pueden existir
solamente si Dios les da existencia. Si Dios dejara por un instante de dar
existencia al universo, éste desaparecería. De aquí, que Dios re-cree el Cosmos
en cada momento para prevenir su aniquilación.
El concepto de la re-creación continua del Cosmos se
convirtió en fundamento esencial del pensamiento cosmológico islámico. Muchas
autoridades interpretaron este cambio y transmutación constantes en términos
del juego entre los diversos nombres divinos. Así pues, a cada instante, la
misericordia y gentileza divinas crean todas las cosas del universo. En otras
palabras, a cada instante Dios reafirma Su inmanencia y Su presencia en el
Cosmos. Pero Dios también es trascendente e incomparable. Por ello, así como su
misericordia crea, así también su cólera destruye. Su Realidad única y absoluta
no puede consentir que otra realidad coexista con ella. A cada instante, la gentileza
divina trae el mundo a la existencia, y a cada instante la severidad divina lo
destruye. Cada momento sucesivo representa un nuevo universo, similar al
universo precedente, pero también diferente de él. Cada nuevo universo
representa una nueva auto-revelación de Dios, de acuerdo con el axioma
cosmológico, «la auto-revelación de Dios nunca se repite a sí misma», puesto
que Dios es infinito.
El Cosmos es un patrón, constantemente mudando y cambiando, de
relaciones establecidas por los arquetipos de toda existencia que son los
nombres divinos. Puesto que el universo es creado a través de la actividad de
pares de atributos divinos, la dualidad puede ser percibida en todos los
niveles. Por todas partes yin y yang trabajan juntos produciendo transmutación
y cambio constantes. El Qorán cita a Dios diciendo: Y de todo Creamos parejas
(51:49). O, también: Dios mismo creó las parejas, macho y hembra (53:45). Todas
las cosas del universo están emparejadas con otras cosas. Algunas de las
parejas mencionadas en el Qorán adquieren especial importancia como principios
fundamentales de la creación. Estos incluyen el Cálamo y la Tabla, que son
símbolos específicamente islámicos, y el cielo y la tierra, con los que se
encuentran profundos paralelos en la tradición china y en otras.